Mi diario y viajes

sábado, 11 de julio de 2015

RE- WRITING MY STORY...


Fhhhh. En esta sección empezaré diciendo que admiro mucho a las personas por su trabajo, dónde sea que lo hagan y de dónde sea que pertenezcan.
De hecho sí, el decano de mi facultad de arquitectura de la Upc, el arquitecto Miguel Cruchaga Belaúnde, sobrino de Belaúnde Terry hace algún tiempo ya nos inculcó que se puede aprender mucho de nuestra carrera viajando y intercambiando ideas con personas de otros países, pero nos inculcó sobretodo a sobrevalorar lo nuestro, a llegar a un punto en el que se pueda decir que el peruano puede mucho.



Simplemente hay personas estúpidas, discúlpenme la palabra, pero admiran al extranjero solo porque lo es, quizá porque en su país nació con plata, tiene carrera porque su sistema educativo le ayudó, aún sin que se hayan esforzado demasiado. Por así decirlo, por una suerte hechada. Conocí a algunas personas que por el hecho de estar en ese círculo se sentían que eran más, que todo el resto los admiraba, y decían: oh miren, allá va con sus gringos (as)! Les prestan más ayuda a los extranjeros que no tienen donde dormir que a los de su propio país, desconfían más de la gente peruana que de lo extranjeros que recién hasta inclusive conocen. Ya se escucha lo que iban a decir, que aquí hay delincuencia, que nuestro sistema educativo es bajo, que no hay trabajo, no hay una explotación mesurada de nuestros recursos, que el tráfico, etc.



Pero, ¿y qué? ¿Acaso una persona es mejor que otra porque viene de lejos o porque tiene vestidos de una marca francesa? o el decir: mira! Me he comprado el último ipad o cámara, ¿te hace mejor? Gente que se siente inferior porque siempre tienen que ir, buscando este tipo de personas, solo porque tienen cabello distinto, digo, fachada distinta y un poco más de libertad. Pero reflexionemos, y la respuesta es obvia: TODOS SOMOS IGUALES, NI MÁS NI MENOS! 



Da lástima la gente que trata mejor a un forastero que a un compatriota, que respeta más al forastero que a un compatriota  y siempre lo haga notar, como si ello llenara un vacío de personalidad. Lo he visto en gente peruana.


Yo admiro mucho el trabajo, por ejemplo, hecho por arquitectos de otros países, de mi país, de aquellos de los que se puede aprender porque se ve lo que hacen, por los proyectos que dejan plasmado su brillantez, muchos de ellos con linda personalidad, otros, con cierta testarudez como el Arq. Frank Ghery, pero ahí están sus obras, las cuales siempre admiraremos. De la gente común, ¿Qué es lo que han aprendido? ¿Que deben tener su propia casa? ¿Que deben ir a visitar a los lugares que más les gusta? ¿Que deben ser apasionados con su carrera?... ¿Acaso no aprendimos eso en el colegio? Los modales que se han perdido y admiran en algunos extranjeros, ¿acaso no te lo enseñaron en casa? A ser amable y respetar opiniones de otros sin estar a la defensiva, ¿Del extranjero si puedes escuchar y no refutar nada y la opinión de un peruano sí?


Lo que siempre, siempre hace y hará brillar a una persona es su personalidad, enfóquence en eso porque la verdad ya hay quienes sólo repiten lo que escuchan de gente de afuera, no van más allá. Espero que la nueva generación de arquitectos u otros profesionales salgamos afuera, aprendamos, seamos como el Arq. Cruchaga que por amor a su país, a su carrera y a los jóvenes universitarios volvió para sembrar y forjar profesionales que pueden hacer que nuestro Perú avance, aunque sea poco a poco. Que no sólo hablemos de lo mal que está nuestro país, que está próximo ahora a las elecciones presidenciales, sino que aportemos en muchas áreas y así un buen día, cuando pasen los años nuestro Perú haya crecido tanto que su propia gente empezará a respetar y amar lo que tiene a su alrededor, y mejor aún, empezará a darse cuenta que un peruano es tan igual que un extranjero y que de un compatriota se puede aprender mucho más todavía.